Las cualidades necesarias para el éxito de un equipo son las mismas cualidades que lo socavan. ¿Qué quiere decir esto?
Estoy trabajando en un tema relacionado con la capacidad colaborativa de los equipos y he rescatado un estudio de Lynda Gratton y Tamara J. Erickson, «Ocho maneras de construir equipos colaborativos», (Harvard Business Review 2007). En su opinión, las variables que deben utilizarse para formar equipos exitosos son las mismas que podrían minar su desempeño; una paradoja inquietante.
Cualquier organización, para abordar un proyecto, monta un equipo de personas. Hoy en día se requieren cuatro varibles fundamentales:
Número de componentes. Su número aumenta en proporción a la magnitud del objetivo. No es lo mismo aspirar a la presidencia de tu comunidad de vecinos que ambicionar la presidencia de la nación.
Proximidad. ¿Es imprescindible que el equipo colabore presencialmente en un lugar concreto? En la actualidad, las nuevas tecnologías facilitan el trabajo «a pie de campo» y la proximidad virtual.
Diversidad. De culturas, de experiencias, incluso de perfiles psicológicos...
Cualificación. Se trata de la cualificación que capacita, a cada miembro del equipo, para desempeñar su tarea concreta. Cuanto más complejo es el problema más exigente es la cualificación requerida.
Pues bien, según el estudio de Gratton y Erickson, estas variables son las mismas que pueden socavar la cooperación en los equipos.
Por ejemplo, si aumentamos el tamaño de un equipo corremos un riesgo: «la profundidad de lo que se piensa es inversamente proporcional al número de los que piensan». Por lo tanto, hay que poner mucha atención para organizar las condiciones que favorezcan el trabajo de equipos grandes. El mismo estudio considera que a partir de más de 20 miembros la tendencia a la cooperación disminuye.
La calidad de lo que se piensa es inversamente proporcional al número de los que piensan.
La dispersión geográfica es otro obstáculo a salvar: cuanto más virtual es el equipo menor es la cooperación. Por otro lado, las diferencias inhiben la colaboración; diferencias de edad, nacionalidad, educación, cargo... Además, cuanto más alta es la cualificación mayor es la tendencia al conflicto improductivo. Sin embargo, estas amenazas tienen soluciones:
Invertir en medios que favorezcan la comunicación: instalaciones abiertas, tecnología, etc.
Ejemplificar conductas colaborativas. Esta es una tarea esencial de los líderes.
Crear una «cultura del obsequio». Se trata de pasar de las relaciones transaccionales (esto a cambio de lo otro) por relaciones incondicionales.
Enseñar destrezas comunicativas, especialmente las relacionadas con la resolución de conflictos.
Reforzar el sentido de pertenencia a la organización entendida como una comunidad.
Orientar el desempeño de los líderes no exclusivamente a la realización de las tareas, también a la creación y fortalecimiento de las relaciones.
Introducir en los equipos miembros con relaciones previas de confianza con el fin de generar un efecto contagio.
Definir claramente el papel de cada miembro al tiempo que se les da libertad para lograr sus objetivos.
En conclusión: (1) No esperes resultados exitosos de equipos mal construidos. (2) «No siempre contamos con las personas indicadas». Cierto, pero las limitaciones personales pueden atenuarse con los medios adecuados y, (3) sobre todo, con la práctica de relaciones constructivas y genuinas.
En este divertido video, las interpretes de «Salut Salon» se parodian a sí mismas para mostrarnos el problema de la colaboración entre miembros altamente cualificados y virtuosos, como ellas mismas.