La forma en que percibimos el mundo y respondemos a las experiencias de la vida tiene el potencial de cambiarlo todo.
¿Quieres desvelar el misterio de tu conducta? Entonces, hazte estas preguntas: ¿cómo te ves a ti mismo?, ¿cómo ves a las personas que te rodean, a cada una de ellas?, ¿qué explicación haces de lo que te sucede, por qué crees que te sucede?, ¿cuáles son tus metas y objetivos actuales?, ¿qué te hace «feliz»?, ¿cuáles son tus miedos?...
Todos estos interrogantes y otros similares pretenden mostrar los rasgos de tu mentalidad: la lente a través de la cual interpretas el mundo; el conjunto de creencias y experiencias vitales que inducen tu actitud y comportamiento.
Samuel Ullman, empresario, líder religioso y benefactor comunitario, escribió una famosa declaración sobre la juventud; un escrito popular que el general Douglas MacArthur colgó en la pared de su despacho, en Tokio, cuando este se convirtió en comandante supremo aliado en Japón. MacArthur lo citaba a menudo en sus discursos, de tal forma que llegó a difundirse más en Japón que en Estados Unidos.
Pues bien, Ullman, en dicho escrito —una joya entre los textos motivacionales—, describe esa fase temprana de la vida, no como tal, sino como una mentalidad que recorre toda la existencia. Para ello, nos ofrece una lección magistral capaz de remover las entrañas del pesimista más obstinado:
«La juventud no caracteriza una etapa de la vida, sino una mentalidad. La juventud es la expresión de la voluntad, de la fuerza imaginativa y de la intensidad de los sentimientos. Juventud significa la victoria de la osadía sobre el desaliento, la victoria de la sed de aventuras sobre la inclinación a la comodidad.
No se envejece por haber vivido un determinado número de años; se envejece cuando renunciamos a nuestros ideales. Cierto es que los años dejan su marca sobre la piel, pero es la renuncia a los ideales lo que marca el alma. Los prejuicios, las dudas, los temores y la desesperanza son enemigos que nos atan cada vez más a la tierra y nos convierten en polvo antes de morir.
Es joven quien todavía es capaz de sorprenderse y entusiasmarse. Es joven aquel que aún pregunta como un niño insaciable: “¿Y entonces, qué?”. Es joven aquel que desafía los acontecimientos y se encuentra a gusto dentro del juego de la vida. Seréis tan jóvenes como grande sea vuestra fe. Y tan viejos como grandes sean vuestras dudas. Tan jóvenes como fuerte sea vuestra confianza en vosotros mismos. Y tan viejos como intenso sea vuestro abatimiento.
Y seguiréis siendo jóvenes mientras sigáis teniendo abierto el corazón, mientras sigáis siendo sensibles a lo bello, a lo bueno y a lo grande; sensibles a los mensajes de la naturaleza, a los de vuestros semejantes, y a los que se encuentran más allá de vuestra comprensión. Si un día el corazón llegara a ser mimando por el pesimismo, y a ser corroído por el cinismo, quiera Dios apiadarse entonces de vuestra alma, del alma de unos viejos».
Seréis tan jóvenes como grande sea vuestra fe. Y tan viejos como grandes sean vuestras dudas. Tan jóvenes como fuerte sea vuestra confianza en vosotros mismos. Y tan viejos como intenso sea vuestro abatimiento.
Quien piensa así, siempre es joven y tiene una mentalidad poderosa; porque ve los desafíos como oportunidades de aprendizaje, a pesar de los miedos y las frustraciones; porque tiene una mente abierta y cree en la capacidad de aprender y adaptarse; porque está comprometido con un ideal, incluso cuando la energía se apaga y todo parece oscuro; porque se centra más en las soluciones que en los problemas. Y porque comprende la mirada de los demás, aunque no la comparta, ni la justifique.
Samuel Ullman, nos inspira a enfrentar los desafíos con valentía, a buscar la sabiduría con pasión y a marcar el rumbo de la vida con una brújula cierta. Incluso en tiempos turbulentos, la pasión por la virtud siempre alumbra un camino de grandeza y humanidad.